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ECONOMÍA

La economía mundial tendrá consecuencias ante la crisis del 2022

El presente año será recordado como el año de las “policrisis”, una expresión popularizada por el historiador Adam Tooze, que implica una sucesión de golpes heterogéneos que dejan un panorama abrumador.

Estos golpes “han aumentado desde principios de siglo” con la crisis financiera del 2008, la de la deuda soberana, la pandemia y la crisis energética, destacó a la AFP Roel Beetsma, profesor de economía en la Universidad de Ámsterdam.

Para el académico, el mundo “no ha registrado una situación tan complicada desde la Segunda Guerra Mundial”.

Los expertos explicaban inicialmente que tras años de atonía inflacionaria, el retorno de un alza de los precios sería transitorio y concomitante con la recuperación posterior a la pandemia. La invasión rusa en Ucrania y la escalada de los precios de la energía cambiaron estas proyecciones y explicaciones.

El nivel actual de inflación no se registraba desde los años 1970-80 y ha dejado en la precariedad a millones de hogares en los países desarrollados, además de poner a los países pobres en riesgo de sufrir una miseria aún mayor.

Sin embargo, da indicios de comenzar a desacelerarse. En la zona euro bajó a 10.0% en noviembre y en Estados Unidos fue de 6% en octubre.

La OCDE espera que el alza de los precios llegue a un 8% en el cuarto trimestre en los grandes países desarrollados y emergentes del G20, para bajar a un nivel de 5.5% en el 2023 y 2024.
El organismo recomienda a los países dar ayudas selectivas. Por ejemplo Francia y Alemania, al igual que otras economías, empezaron a entregar asistencia para los hogares y las empresas.

Solamente en la Unión Europea, los Estados prometieron 674,000 millones de euros (unos US$ 708,000 millones) en ayudas, según el centro de estudios Bruegel.

Del total, US$ 264,000 millones corresponden a Alemania, un país donde una de cada dos personas afirma que sólo compra lo estrictamente necesario, según una encuesta de la consultora EY.

“Todo se volvió más caro: la crema fresca, el vino, la electricidad”, enumera Nicole Eisermann, quien tiene un puesto en un mercado de Navidad en Fráncfort.

“Voy a tener cuidado pero tengo muchos hijos y nietos”, que quieren regalos, cuenta uno de los clientes, Günther Blum.

Los grandes bancos centrales, que tienen como principal misión velar por la estabilidad de los precios, iniciaron casi sin excepción un ciclo de alza de sus tasas de interés.
Sin embargo, esta estrategia lastra un poco más a la economía, ya que vuelve más complicadas las condiciones para el crédito de los hogares y las empresas.

Lo mismo sucede con los Estados, que están más endeudados desde la crisis financiera y la pandemia, y algunos enfrentan el riesgo de inestabilidad que podría llevarlos a una moratoria de pagos.

El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Jerome Powell, sugirió una posible desaceleración del alza de las tasas en diciembre, aunque advirtió que podría mantenerlas en niveles altos “durante algún tiempo”.

En cuanto al Banco Central Europeo, los analistas dan por casi segura una nueva alza de las tasas en diciembre, aunque probablemente menos agresiva que en octubre.
El mundo todavía está lejos de una recesión generalizada. El FMI y la OCDE pronostican para el 2023 un crecimiento de 2.7% y 2.2%, respectivamente.

Pero el Reino Unido ya está “en recesión” y muchos economistas piensan que Alemania e Italia serán los siguientes.

Para el conjunto de la zona euro, la agencia calificadora S&P Global espera un primer trimestre particularmente difícil y un estancamiento a lo largo del año.

Una de las claves es la falta de impulso de la economía china, una locomotora del crecimiento global, por la estrategia de cero COVID, aunque esta empezó a flexibilizarse en los últimos días.

Las exportaciones chinas, a su vez, se han visto lastradas por la desaceleración global.
Europa, a su vez, se ve sumida en una “reconfiguración energética” que puede “llevar años”, acelerada por la guerra de Ucrania, escribió S&P Global.

Y otra de las grandes crisis, la climática, se desarrolla “en cámara lenta”, apunta Beetsma, de la Universidad de Ámsterdam.

Pese a la multiplicación de las catástrofes naturales, las ambiciones siguen siendo demasiado tímidas.

Eso quedó patente en el fracaso de la COP27 de Egipto para fijar nuevos objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

La dificultad de los Estados en gestionar la escalada de los precios de la energía también se ha reflejado en la lentitud de la transición.

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